miércoles, 19 de septiembre de 2007

Intercambio “Berlín, este-oeste”

Por Víctor Mercado, participante en el intercambio, del 2 al 12 de agosto.

Los participantes españoles del intercambio europeo que se celebraba en Berlín bajo el título Este Oeste llegamos a la capital alemana con dos horas de retraso. Dos personas que formaban parte de la organización alemana nos esperaban. Esta desdoblaba a sus miembros entre los diferentes grupos visitantes (Polonia, Eslovaquia y España) siguiendo criterios de afinidad cultural.

Tuvimos que atravesar la ciudad para llegar al hostal, un lugar grande y acogedor donde tenían lugar eventos culturales y sociales diversos. Isolde, la responsable alemana, no hablaba inglés. Nos explicó que un nuevo participante se uniría al grupo español, al parecer un chico que hablaba alemán muy bien; por lo visto, él sería nuestro traductor oficial. Cuando terminamos de cenar nos explicaron varias normas básicas, y tuvimos la sensación de que todo estaba muy bien organizado, que aquello sería como unas colonias europeas, claro que en una gran ciudad.

Normalmente desayunábamos a eso de las ocho y media, si no había algún evento especial programado. Luego, en el patio, circundado por la geometría del edificio, las mesas de ping–pong, un campo de voleibol y una llanura de hierba formábamos un amplio círculo con sillas. Sólo tres días nos quedamos en aquel lugar trabajando en los talleres o workshops. Los había de pintura o cómic, de fotografía, de historia europea, de recetas de cocina y de danza y teatro; el grupo español, casi unánimemente, escogió este último.

Irina y Helena nos enseñaron Chachachá. Los padres de Helena eran rusos y las raíces de Irina se remontaban a algún lugar del Kazachstan; ellas eran la muestra más fehaciente de la diversidad del grupo alemán —e incluso de la ciudad misma—. Siguiendo varios criterios escogimos pareja, y esta habría de serlo para todos los días, el último de los cuales mostraríamos públicamente nuestro producto final en forma de coreografía.

Durante aquellos días fuimos varias veces a Berlín, casi siempre con los demás grupos. Pero a nosotros aún nos hubiese gustado ir más veces. A veces la comunicación resultaba un poco difícil con los demás grupos, que en general no hablaban inglés. Probablemente, la comunicación entre el grupo polaco y el eslovaco fuese más fluida. Teníamos programadas excursiones diversas: Un día visitamos Spreewald, La Venecia Alemana; era aquella una apacible zona turística surcada por canales los cuales recorrimos en góndola. Aquella noche fuimos de fiesta, pero los eslovacos no salieron porque no querían gastar mucho dinero, y los polacos se marcharon pronto porque al día siguiente querían ir a misa; ese día dimos un paseo por el río, disfrutando de una panorámica privilegiada (siempre tuvimos traductores.)

Las cenas nacionales estuvieron muy bien, y sirvieron para concretar mejor nuestras impresiones. Detrás de la noche Polaca había largas horas de trabajo; muchos descubrimos Polonia como el país más católico de la unión. También visitamos la histórica Postdam y sus alrededores de castillos neoclásicos. A veces, a los españoles nos gustaba visitar lugares alternativos de estética squatter que no gustaban demasiado a los polacos; pero nos acompañaban. También visitamos el Parlamento Alemán y otro día fuimos hasta Ostsee, en la costa del mar del Norte.

Todas estas excursiones han hecho más rica la experiencia. La noche española fue la última; todo fue algo improvisado, pero lo pasamos muy bien. La última noche presentamos los workshops y desvelamos el secreto del amigo invisible. Cabe decir que hemos tomado contacto con culturas que, pese a ser europeas, son bastante diferentes a la nuestra, que este intercambio habría sido muy diferente de haber sido los participantes de Alemania del oeste, pero entonces nada hubiese tenido sentido. Nosotros, como único país representante del oeste, nos hemos sentido muy especiales en todo momento, y recomendaríamos esta experiencia a cualquiera.

Quiero agradecer a la Unión Europea y a Barcelona Voluntaria, en nombre de todos los participantes de España, los fondos destinados a este tipo de iniciativas sociales las cuales fomentan el conocimiento de nuestra propia diversidad a la vez que estrechan los lazos entre los países miembros.

Berlín, ciudad de muros caídos,

Voces de ayer hablan de caminos distintos,

Cuando hoy ya sólo queda un único abismo.

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