
¡TERE! (significa hola en Estonio) me lene Christina (me llamo Cristina en Chipriota). Como podréis comprobar hemos aprendido idiomas ¿eh?
Si tuviera que definir el viaje en una palabra me sería realmente difícil. Me alegro de haber vivido estos días. Han supuesto una gran experiencia. Gracias a estos días he aprendido a convivir con gente de otras culturas, he aprendido a comunicarme en un idioma que no es mi lengua materna, me he dado cuenta que no hay barreras, que todas las personas somos iguales e igual de válidas para todo. Aquel que piense que no es así…tiene un problema. Personas con y sin discapacidad compartimos todo lo que os cuento sin ningún tipo de distinción y sin tener que preocuparnos de las barreras físicas y sociales.
Fueron diez días en los que españoles, griegos, chipriotas y estonios fuimos un solo equipo, un solo idioma, un solo corazón.
Un día en Estonia era: te levantabas, ibas a desayunar y seguidamente…llegaba la hora de hacer un “workshop” o lo que es lo mismo, un taller. Cada día eran de algo distinto, aprendíamos cosas de los países, hacíamos juegos típicos de cada país, manualidades…
Después llegaba la hora de comer…asunto polémico el de la comida. Los españoles estamos acostumbrados a comer carne, pescado, fruta, pan… pero parece ser que allí no conocían eso. El primer día nos asustamos. Solo había pan de molde o pan de centeno. Nos ponían una sopa con trozos de salchichas y cebolla pochada… ¡que era eso!
Se hizo una reunión con todos los países para expresar lo que nos gustaba y lo que no y el tema comida… ¡quedó solucionado!
Por las tardes seguíamos con más juegos y talleres. También contamos con alguna tarde libre para ir al centro de la ciudad o si lo preferíamos descansar en la sauna o en la piscina del centro.
Llegan las noches. Increíble. Aprendimos a bailar canciones turcas y Griegas pero sin ninguna duda lo español era lo que más calaba.
He de reconocer que el día de nuestra partida hacia allí me asustó y me pregunté ¿qué hago aquí? Fuimos 8 españoles y solo conocía a una chica, pero es que me había olvidado de que la gente de aquí…no tiene precio.
Del viaje me llevo muchas cosas, recuerdos, amigos, sentimientos, experiencias y vivencias que aunque volvamos a repetir ya no serán las mismas. Podrán ser igual de buenas pero diferentes.
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